Todos necesitamos nuestro rinconcito para leer, sobre todo un traductor literario.
Y una traductora viajera, como yo, no necesita un único rincón, sino muchos, uno en cada puerto, como los marinos.
Por eso sigo recorriendo el mundo en busca de sitios donde leer, donde traducir, donde vivir nuevas historias que se salgan de las páginas. Y lo único que necesito llevarme conmigo para que me acompañe en mis aventuras es un libro.