Una tarde desapacible. Un rincón acogedor en la Casa del Libro de la Gran Vía de Madrid. Unas quince personas se reúnen en torno a un libro, a su traductora (yo misma) y a su editor, Manuel Florentín. ¿Y para qué? Para hablar de la traducción de una novela compleja, un poco confusa a veces, pero interesante como pocas: Versiones de nosotros de Laura Barnett.
Una historia. Tres versiones. Tres vidas. Relatos que se producen de forma paralela, se entrelazan, se separan, se desarrollan a diferentes ritmos y al final convergen en un final conmovedor y muy redondo.
Una novela que necesita mucha concentración en su lectura y no menos en su traducción, que fue un desafío que me costó mucho más de lo que creí en un principio, tengo que reconocerlo.
Los lectores, el editor y yo fuimos desgranando peculiaridades, aciertos, errores, carencias y hallazgos de esta novela, escrita por una autora muy joven, pero con una visión de la vida muy auténtica, que huye de los sentimentalismos y las historias demasiado bonitas para ser ciertas. Aquí una imagen de un momento de la tertulia:
He tenido contacto con los lectores de mis traducciones anteriormente, y aunque es algo que los traductores no hacemos habitualmente, a diferencia de los autores, es una experiencia enriquecedora. Ver el libro a través de los ojos de otra persona que no ha vivido tanto tiempo sumergido en sus páginas y en sus palabras siempre te descubre cosas que a ti no se te ocurrieron, ni se te pasarían por la cabeza. Compartir tiempo con otras personas que le han cogido un cierto cariño a esos personajes con los que pasaste tantas horas produce una gran satisfacción y la complicidad que se establece entre lectores crea un ambiente especial que solo los libros compartidos pueden generar. Por eso son tan importantes los clubes de lectura traducida que organiza periódicamente ACE Traductores.
Espero que haya más oportunidades de compartir otros libros, con nieve, con lluvia o con sol, porque este día de febrero, con la lluvia cayendo fuera y la nieve todavía en los arcenes, el calor que emanaba de las páginas de Versiones de nosotros nos calentó el corazón. Al menos a mí.